La atmósfera era una de las armas, y la música una empresa subsidiaria. Spector no podía resistir la tentación de aniquilarme, no podía soportar más sombras en su propia oscuridad. En cierto momento, Phil, se aproximo hacia mí con una botella de vino tinto en la mano y un Colt 45 en la otra. Puso sus brazos sobre mis hombros y apunto el revolver hacia mi cuello, y dijo: “Leonard, te quiero”, y yo dije, “Espero que así sea Phil”.
El encuentro en el año 1976, en una crepuscular California de un Leonard Cohen en retirada y melancolía, y un Phil Spector en plena megalomanía y al borde la locura, con una peligrosa devoción por las armas, dio como resultado un álbum autobiográfico y conceptual sobre la muerte de un mujeriego, con letras llenas de amargura, negatividad y decepción sin perder nunca el sentido del humor. Lo que al principio fue una colaboración refrescante y divertida, con las ideas surgiendo con gran fluidez, se convirtió en una experiencia angustiosa en el estudio, con un Spector inescrutable y dictatorial, en sesiones interminables, donde el alcohol, las armas y la tensión eran moneda común. Como resultado tenemos una de las cimas creativas de ambos artistas, un doloroso parto creativo donde una vez mas podemos cuestionar si el fin justifica los medios. Death of a Ladies Man.
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