Las Estrenas - Profesor Lazhar

Después de una muerte injusta, no hay nada más que decir. Nada en absoluto. Como se verá más adelante.

De la rama de un olivo, colgaba una pequeña crisálida de color esmeralda. Mañana será una mariposa, liberada de su capullo. Así es. El árbol se alegraba de ver como su crisálida crecía pero, secretamente, quería mantenerla un poco más en esa forma. Más, m-á-s. "Recuérdame siempre." Él la había protegido del viento, la salvó de las hormigas. Pero mañana, ella saldría para enfrentar sola a los depredadores. Enfrentar. Esa noche, un incendio devastó el bosque, y la crisálida nunca se convirtió en mariposa.
Al amanecer, entre las frías cenizas, el árbol seguía en pie, pero su corazón estaba quemado, quemado por las llamas, quemado por el dolor. Marcado por el dolor. Desde entonces, cuando un pájaro se posa en el árbol, el árbol le dice a la crisálida que nunca despierte. Él la imagina con las alas extendidas, revoloteando en un claro cielo azul, bebiendo el néctar libremente, testigo discreto de la historia de nuestro amor.

La pérdida de la inocencia; enfrentarse a la dureza de la vida; pasar de la crisálida a la edad adulta, al fin y al cabo, tal y como propone la fábula. En la película canadiense Monsieur Lazhar (Profesor Lazhar, Philippe Falardeau, 2011) adolescentes y adultos se enfrentan a una misma realidad –la muerte- desde miradas distintas y necesariamente complementarias.


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