"Debe haber algo de tristeza en la música, para que la felicidad que alberga de verdad importe".
Aupado al éxito masivo por una espléndida canción como “Miss Missery”, Elliot Smith representó como nadie el punto de vista del rebelde en la música independiente norteamericana. Siempre caminando en el filo de la navaja, sus letras angustiosas se rodeaban de una voz frágil, rodeada de bellos arreglos, en una época en que era más fácil esconder la música en una densa capa de ruido. Muchos le tildaron de depresivo y melancólico, pero más allá de estas etiquetas, encontramos un artista pleno, con un dominio absoluto de la melodía y de la arquitectura pop. Sus discos “Figure 8”, “XO” y “Roman Candle” dan buena muestra de ello. Imprescindible.
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